El gobierno colombiano, encabezado por el presidente Petro, denunció las condiciones degradantes en las que los ciudadanos colombianos estaban siendo deportados desde Estados Unidos. Personas esposadas, sometidas a tratos que violan los derechos humanos y transportadas como si fueran criminales, en lugar de ciudadanos en situación de vulnerabilidad.
Esto no solo representó un ataque a la dignidad de los deportados, sino también un insulto al pueblo colombiano y su soberanía. Como lo expresó el escritor Eduardo Galeano, “La dignidad es como un pozo sin fondo, cuanto más se la socava, más fuerte se vuelve”. Estas palabras resuenan en el contexto de esta situación, donde la dignidad de los deportados se convirtió en una bandera de lucha.
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