Tres entidades de Bogotá se pusieron de acuerdo para hacer restauración ecológica en el parque de la presa seca Cantarrana, que desde 2007 evita desbordamientos del río Tunjuelo sobre los barrios ubicados en su cuenca baja, al sur de Bogotá. Se trata del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idiprón), el Jardín Botánico y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de la ciudad (EAB).
El Jardín Botánico aportó los pequeños árboles de Dividivi (caesalpina spinosa), Chilco (baceharis latifolia), Hayuelo (dodonea viscosa), Crotón Funckians (sangregao), Garrocho (viburnum tryphyllum), Arrayán (murciantes leucoxyla), entre otras especies nativas traídas del vivero La Florida de la entidad.
La EAB, que administra la presa, contribuyó con operarios que ayudaron a abrir los huecos para la siembra. Del Idiprón, acudieron 80 jóvenes que hacen parte de la práctica de apropiación territorial de Gestión del Riesgo y Cambio Climático y de la práctica de Logística, del programa Jóvenes en Paz.
Los y las participantes de la jornada realizaron la siembra en dos horas, con gran entusiasmo. “Es muy chévere, yo vengo del campo y me gusta el cultivo. Hace dos años me vine de Tibaná (Boyacá) donde cultivábamos papa, maíz, fríjol, habas, nabos, hibias. Es diferente, pero me gusta”, dijo Bersabé Rodríguez, de 27 años, vinculada al Idiprón hace 10 meses, y quien en el transcurso de una hora sembró nueve árboles siguiendo el proceso que describió así: “primero se abre el hueco, luego se pone la tierra abonada, después el árbol, se echa encima tierra que se había sacado del hueco y luego más tierra abonada”.
El suelo de la mayor parte del parque no facilita el crecimiento de los árboles, según explicó Laura Liliana Hernández, profesional en investigación en restauración ecológica del Jardín Botánico. Por eso, esta siembra se hizo en un sector con arbustos. Todo, agrega, a largo plazo “generará cambios en el microclima, será un potencial biótico para diversas especies de flora y fauna, aportará semillas, ayudará en la regulación climática porque el bosque disminuirá el dióxido de carbono en la atmósfera, y además, tendrá un valor estético para los ciudadanos que pasen por acá”.
La jornada permitió a quienes hacen parte del programa Jóvenes en Paz conocer la presa seca Cantarrana. “Ya era hora de salir de Aguas Claras (barrio de la localidad de San Cristobal), es chévere venir a sembrar árboles, contemplar la naturaleza, sentir aire fresco, un aire diferente”, dijo Heisa mientras contemplaba el paisaje.
Según Felipe Chica, coordinador de la práctica de apropiación territorial de Gestión del Riesgo y Cambio Climático, lo que se busca con una actividad como esta es “que los jóvenes vinculados a la estrategia tengan una contrapartida territorial que aumente el patrimonio natural del distrito de Bogotá, como aporte para la adaptación al cambio climático, así como crear en los jóvenes identidades alternativas a la violencia”.
Los y las jóvenes vinculados desde hace varios meses al programa Jóvenes en Paz del Idiprón, tienen entre 18 y 28 años, viven o ´parchan´ en barrios muy afectados por la violencia y la delincuencia, estaban desescolarizados, sin empleo y en alto riesgo de entrar en conflicto con la ley. Hoy estudian en primaria o bachillerato con el Idiprón, o en tecnica laboral mediante un convenio con el Sena, reciben un dinero como garantía de permanencia y en contrapartida realizan prácticas territoriales guiadas y campañas al servicio de sus comunidades y de la ciudad.
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